Sesión #9 Taller Delfos de Escritura Creativa

Muchas gracias a los asistentes de la novena sesión del Taller Delfos de Escritura Creativa. En esta ocasión leímos cuatro textos:

Trascender

Autora: Yolanda Pomposo

Tengo algo que contarte

Autor: Miguel Rivero

La historia de Mortero

Autor: Agustín Azcona

El monje, el armadillo y la flor

Autor: Samael Spezia

Ejercicio #9

Escribe sobre la hoja en blanco. Extensión sugerida 1 cuartilla.

Si gustas apoyar la actividad con una cooperación solidaria estaremos muy agradecidos

Puedes realizar un deposito en la cuenta CLABE:

012180015099424325 BBVA a nombre de Miguel Ángel Almanza Hernández.

La próxima sesión será el domingo 29 de octubre 2023; 18:00 a 22:00, CDMX

La próxima charla literaria será el día miércoles 11 de octubre a las 14:00 horas CDMX; el tema que platicaremos será: ¿qué es el cliché?

Para participar en las actividades sólo tiene que registrarte en colectivodelfos.com y recibirás el enlace en tu correo electrónico.

Sesión #8 Taller Delfos de Escritura Creativa

El domingo 27 de agosto realizamos la sesión #8 de Taller Delfos de Escritura Creativa

Recuerda que puedes realizar tu aportación solidaria a la cuenta CLABE:

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En esta ocasión leímos y analizamos tres textos:

“Cabra de montaña” de Julieta Telléz

“Los gatos lloran de noche” de Miguel Almanza*

“La mujer que camina para atras” de Alberto Chimal*

*Estos dos fueron análisis de textos ya publicados en línea tomados desde:

La próxima sesión será el día 24 de septiembre 2023 a las 18:00 h CDMX.

Ejercicio 8:

Haz el retrato literario de una persona real, puede ser un familiar, amigo o conocido. Trata de que el texto nos permita imaginarle físicamente y conocer su carácter. Extensión sugerida: 1 a 2 cuartillas.

Sesión #7 Taller Delfos de Escritura Creativa

Sesión 7 Taller Delfos de Escritura Creativa 30/07/2023

El domingo 30 de julio 2023 realizamos la sesión #7 del Taller Delfos de Escritura Creativa, muchas gracias a los participantes y asistentes. En esta ocasión leímos tres textos:

“Lunes, otra vez” autora: Dilsia Pavón

“El milagro de Santo Santiago” autor: Roberto Rodríguez

“El jitomate que se negaba a morir” autor: Samael Speizia

Puedes hacer tu aportación en la cuenta CLABE:

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La siguiente sesión será el día domingo 27 de agosto 2023 a las 18:00 horario CDMX

Ejercicio 7: Utiliza una imagen de fantasía o ciencia ficción para escribir un microrelato de 200 a 300 palabras. Puedes usar la imagen sugerida: «End of the Road» de Nicolas Delort o cualquier otra.

El domingo 13 de agosto vamos a tener la primera charla literaria en vivo, utilizaremos el mismo enlace para la reunión del taller. Para participar sólo tienes que registrarte en colectivodelfos.com o solicitar el enlace por inbox, te pediremos un correo para mandarte el enlace zoom. El primer tema es: ¿Qué es la literatura?

Les recordamos también que seguimos en convocatoria para cuento e ilustración para el fanzine Delfos#2, cierre de edición 31 de agosto 2023

Sesión#6 Taller Delfos de Escritura Creativa


El día 25 de junio 2023 realizamos la sexta sesión del Taller Delfos de Escritura Creativa. Muchas gracias a los asistentes y a las participantes.

Recuerda que puedes realizar tu aportación en la cuenta CLABE: 012180015099424325 BBVA a nombre de Miguel Ángel Almanza Hernández.

En esta ocasión leímos cinco textos:

“Necesitamos una casa más grande” autora: Adriana Letechipía

“Áurea” autora: Ally

“Mischa” autora: Dilsia Pavón

“La bruja y la corona de espinas” autora: Julieta

“El primer Bildung: viejo y sombra” autora: Geraldine

La siguiente sesión será el domingo 30 de julio 2023, para participar tan sólo pedimos que te registres a nuestro portal colectivodelfos.com y te mandaremos el enlace, al registrarte también te suscribes al fanzine Delfos en su formato virtual.

Ejercicio 6:

Tomando como referencia la conferencia “Shape of stories” de Kurt Vonnegut, dibuja la forma de un cuento que aún no hayas escrito. Usa un trazo sencillo en el cual sean claros los segmentos: planteamiento, nudo y desenlace. Una vez realizada la forma o estructura general de tu cuento, escríbelo usando este dibujo como guía. Extensión 1 a 2 cuartillas.


Sesión #5 Taller Delfos de Escritura Creativa


Sesión #5

El 28 de mayo 2023 realizamos la sesión #5 del Taller Delfos de Escritura Creativa

Puedes realizar tu aportación a la cuenta CLABE:

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En esta sesión leímos y analizamos cuatro textos:

“Un día cualquiera” autor: Hector Miguel Rivero

“Por donde hay que empezar” autor: Samael Spezia

“Cariñitos” autora: Dilsia Pavón

“El altar del hombre abeja” autor: Roberto Rodríguez

La próxima sesión será el domingo 25 de junio 2023 del 18:00 a 22:00 horario de la CDMX

Ejercicio 5

Toma un evento cotidiano y crea una historia con estas condiciones: usa sintaxis regular, no uses adjetivos, sin palabras rebuscadas, párrafos máximo de 5 líneas.


La mascota

Autor: Devet Seminar.


Hice lo que se hace cuando no queda otro remedio: me adapté, ya que aquello no se podía asimilar solo a un nivel mental; definitivamente, no. Los dueños legítimos del lugar no eran sujetos accesibles, simpáticos o simplemente educados. Todo lo contrario. Eran ásperos y siempre encontraban una buena razón para maltratarme. Pero no desesperé.

Me propuse aguardar una oportunidad favorable para matarlos a todos. Por lo pronto, estaba la cuestión del número. Ellos eran seis y yo, a pesar de que cuento con ocho extremidades, solo uno. Sin embargo, contaba con el factor sorpresa.

¿A quién se le iba a ocurrir que un esclavo se rebelaría y mucho menos que esa obediente y mansa mascota poseía destrezas que jamás había expuesto? Porque me consideraban solo eso, una mascota atractiva y exótica.

Cuando mis guardianes originales se descuidaron y pude escapar de la nave no imaginé que casi de inmediato sería capturado por una familia de criaturas nativas de ese mundo primitivo. Lo que ellos no sabían era que en mi planeta de origen yo era un criminal temido y respetado, y que por ese motivo me estaban trasladando de Ogork al mundo-prisión de Ulghan.

Y para ser un criminal idóneo en Ogork se necesita algo más que ingenio y fuerza, ya que mis congéneres también poseen una serie de técnicas efectivas para destruir a un adversario. No obstante, como durante un tiempo prolongado me dediqué a estudiar a mis captores, no tardé en estar en condiciones de pergeñar una estrategia.

En mi mente ya los había matado varias veces, uno a uno encontraban su castigo, mi odio acentuado e intensificado a medida que pasaban los días. Un zarpazo alcanzaría al mayor, luego decapitaría al segundo. Esparciría las vísceras de otro y le estallarían los ojos. Pero todo eso solo estaba ocurriendo en mi mente, por ahora.

La realidad me exigía despertar de mi ensueño y me obligaba a volver a la habitual y sumisa posición. Atacaría antes de la noche. Mis armas: las garras escondidas en los tentáculos, los espolones que nunca había sacado al descubierto, mis afilados dientes y el deseo obsesivo de venganza. Siempre me habían considerado un mero objeto de sus extravagancias y a partir de eso urdí mi plan.

Se habían hecho la costumbre de colocarme un collar y grilletes para impedir mis bruscos movimientos y así poder juguetear sin piedad provocándome un intenso dolor. Los dos más jóvenes solían arrancar las púas que recubren mi cuerpo haciéndome retorcer y emitir un alarido que los otros celebraban exaltados. Permití que la situación llegara a ese punto y fue el instante en que actué: cuando esperaban el lamento divertido, destrocé las ataduras, lancé un grito horroroso y los dejé perplejos.

Casi de inmediato, uno de ellos ya convulsionaba desangrándose en el piso y una mordida había desfigurado el rostro del más chico, mientras mis garras hurgaban en lo profundo del mayor, arrancándole el corazón que les arrojé a sus caras. Cuando reaccionaron, ya había adoptado las adecuadas posiciones de combate. La fuerza estaba igualada; yo valía por tres, éramos tres contra tres. Gracias a la sorpresa había logrado que estuviéramos en igualdad de condiciones, pero yo tenía las de ganar.

Los que habían estado sentados cerca de la hoguera brincaron alarmados y vi cómo sus risas de sorna se transformaron en sorprendidos gruñidos de espanto. No daban crédito a lo que estaba ocurriendo.

Comenzaron a moverse de un lado a otro como buscando una salida, pero la oscuridad de la noche les impedía alejarse de la fogata doméstica. Sus pequeñísimos ojos estaban imposibilitados para ver en la penumbra; no tenían escapatoria, así que aproveché esta situación para acorralarlos.

Me preparé para dar los golpes decisivos con las garras y las fauces ensangrentadas por lo hecho previamente. Los nativos gemían y se tapaban los rostros con los brazos.

Estaban considerando la posibilidad de huir cruzando el estanque cercano, una laguna poco profunda a la que iban a obtener alimento, pero no estaba tan cerca como para que la ceguera les permitiera llegar antes de ser despedazados por mí, por nosotros.

Para los de nuestra especie el agua es un elemento prohibido, así que por eso había elegido esa hora para ejecutar mi plan, para evitar a toda costa que pudieran huir hacia el líquido, salvador para ellos, mortal para mí.

Me acerqué para provocar su angustia, nuestro nutriente principal, no su carne, tan asquerosa en sabor como en apariencia. No obstante, los movimientos sin ton ni son que realizaban me hacían perder el foco. Habían tomado cuenta de la situación y pretendían confundirme, ignorando la habilidad guerrera de mi especie.

¿Les resultaba un animal exótico, les encantaba tenerme como mascota, me consideraban su esclavo? Pues ahora sabrían lo que produce que te aten con cadenas y sometan con castigos para la diversión de seres inferiores.

Los de Ogork somos una de las especies más peligrosas del universo, y si bien había sido temido por mis acciones en mi planeta, meros actos delictivos para cualquier especie, los guardianes del espacio ignoraban el poder que escondíamos. Podrían aislarme en Ulghan pero seguiría reproduciéndome y desdoblándome tantas veces como fuese necesario.

Las criaturas primitivas que me imaginaban esclavo de sus caprichos ignoraban el riesgo que corrían y se movían desesperados por acabar con una situación que los superaba, brindándome el elixir de su miedo. Buscaban la forma de llegar al agua salvadora pero esta mascota no lo permitiría.

Finalmente entré en acción y tomé la iniciativa. De pronto, advertí que el desagradable olor de sus carnes y líquidos apestaban el aire. El silencio se adueñó del espacio, pero no tardé en escuchar el inconfundible sonido de la nave de mis guardianes llegando a la superficie del planeta.

Todo mi esfuerzo había sido inútil. Ya no quedaba escapatoria; era mi fin. Me esforcé en vengarme de las tres criaturas sobrevivientes y logré destrozarlas. Pero cuando los guardianes me rodearon fingí inocencia, ya que la condición de mascota me había enseñado la estrategia ideal, el método que me serviría cuando llegáramos a Ulghan. ¡Oh, sí! Practicaré la sumisión, la obediencia, permitiré que me humillen, que me sometan, pero no desperdiciaré la oportunidad de sorprenderlos y de sembrar de terror infinidad de mundos.


La aventura de descubrir el cómic. Entrevista a Mario González Nájera


Mario Alberto González Nájera es docente, investigador, editor, guionista, consultor, expositor, curador. fotógrafo y periodista especializado en temas de narrativa gráfica, ha impartido el Taller de Análisis y Producción de Cómics y Narrativa Gráfica desde el año 2016 en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. 
Creador del sistema de información en redes sociales especializado en narrativa gráfica mexicana: Multiversos-NGM. Editor de las antologías de narrativa gráfica 12M, Primera Caída, Segunda Caída, Tercera Caída y la novela gráfica Ladrones de Flores, para ARCOM Producciones.
Coautor del libro Análisis de los Lenguajes Audiovisuales en la Era Digital (2018), editado por la UNAM. 
Organizador del Encuentro Multiversos-NGM, realizado en el Museo de la Ciudad de México en junio de 2022 y en el Centro Cultural El Rule en 2023, así como del Festival de Narrativa Gráfica Mexicana, efectuado en diferentes recintos culturales en la Ciudad de México en 2022. 
Curador de las exposiciones colectivas "Los Modernos Tlacuilos: Multiversos de Narradores Gráficos Mexicanos" y "En Búsqueda de la Identidad de la Narrativa Gráfica Mexicana", así como de su exposición fotográfica "Narrativas Gráficas y Musicales". 

La primera pregunta, es por una broma que usted nos hizo en clase de Análisis y Producción de Narrativa Gráfica que imparte aquí en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Dijo usted que era como “el Indiana Jones del cómic”, ¿podría hablar más de ello? ¿Como antologador, cuál es la meta o la visión de su trabajo?

«Bueno, fue una frase un poco de broma, pero haciendo alusión a mí trabajo que es como de aventura y hacer rescate arqueológico prácticamente, de la narrativa gráfica mexicana en este caso. Y es para centrarse en la investigación desde nuestros orígenes prehispánicos en nuestra narrativa gráfica hasta la actualidad, pasando por diferentes formatos, editoriales, personajes. Es estar buscando constantemente en diferentes lugares.»

Entonces, ¿su visión es como rescatista, un poco?

Sí, es conocer. Conocer para entender y para promover la lectura de la narrativa gráfica, principalmente en los cómics que es lo que nos atañe. Desde los formatos impresos en papel hasta los web cómics contemporáneos, pero también sin dejar de darle su importancia a nuestros orígenes, como te había dicho, prehispánicos, que los podemos ver en códices, en murales, en vasijas, en diferentes plataformas. Y que de alguna forma, pues es parte de nuestra herencia cultural que también es el interés en conocerla, entenderla y promoverla.

Portada de la Antología de Narrativa Gráfica Mexicana Primera Caída, con ilustración de José Quintero
Portada de la Antología de Narrativa Gráfica Mexicana Primera Caída, con ilustración de José Quintero.

¿Cree que exista ya en México un estilo característico del cómic, que se pueda distinguir por ejemplo del cómic oriental o del cómic norteamericano?

Veo que hay vertientes que van a la par, que nosotros como pueblo mexicano siempre hemos sido característicos de incorporar elementos de otras culturas. Somos un pueblo mestizo en su origen y seguimos con esa tradición. Algunos dirían hasta malinchismo, de que se le da más importancia a lo que viene del extranjero. Pero pues es parte de nuestra tradición.

Yo lo veo como eso: cómo de alguna manera ha influido el estilo de la narrativa gráfica estadounidense en un momento dado y actualmente el japonés que tiene mucha fuerza. Y vemos que eso se ve en la producción de autores mexicanos, que muchos siguen por esa línea, del estilo del manga japonés o el manhwa coreano.

Pero también vemos que hay otra parte que está buscando esa identidad propia, ya no tanto como una identidad mexicana, sino más bien una identidad como autor, de que lo distingan de otros autores. Yo creo que estamos ahorita, como narrativa gráfica mexicana, en un contexto de esa producción autoral, más que de hacer en serie ciertos personajes. Estamos más en la etapa de la autopublicación o la publicación de editoriales independientes que le dan salida a la obra del autor por encima de un personaje en particular.

Es decir, ¿no formamos todavía una corriente?

Yo creo que seguimos en esa búsqueda.

Respecto a esta visión del cómic mexicano, ¿cree que podría volver a surgir una industria?

Siempre es difícil saber el futuro o verlo. Parece que el futuro iría más por la publicación en línea, en plataformas digitales y la publicación impresa más para coleccionistas, para la gente que le gusta más lo vintage, por así decirlo. Pero que se puede llamar como industria, sería como alguna vez dijo Luis Gantús en una entrevista que la narrativa gráfica sería parte de la industria editorial. Pero una industria por sí sola, no creo que vuelva a serlo, como en algún momento del siglo XX lo llegó a ser.

Desde nuestra perspectiva editorial de Colectivo Delfos, notamos que hay un campo de la fantasía y ciencia ficción mexicana que por un lado se desarrolla en la escritura con diversos autores, y por otro lado también con la narrativa gráfica o el cómic, pero creo que es de manera paralela, con pocas intersecciones, ¿a qué cree que se deba esto? ¿O está de acuerdo con este planteamiento que tenemos?

Me parece un planteamiento algo complejo, a lo mejor no lo entendí, ¿podrías repetirlo?

Sí, por ejemplo, hay autores como Alberto Chimal, Raquel Castro, José Luis Zárate, Bernardo Fernández que se les reconoce por su escritura en prosa y en esa esfera se mueven. Y yo noto, o notamos, que la fantasía y ciencia ficción también se está desarrollando por el lado de la narrativa gráfica, pero muy pocas veces hay interrelación. Creo que de Chimal hay un guion para Batman reciente, y el caso de Bef que se mueve en ambas esferas. Pero de ahí en fuera, no notamos que haya más comunicación.

No es muy común, normalmente los autores en prosa ya se sienten cómodos. Hay pocos ejemplos de gente que ha escrito guiones, novelas o cuentos en prosa que quieran dar el salto a la narrativa gráfica. Se me ocurre ahorita Luis Villoro que hizo un trabajo con Bef; Haghenbeck hizo trabajos de guionista para cómic y guion para televisión, para cine, por citar algunos.

Pero como que cada quién se queda en el nicho en el que se siente más cómodo o identificado. Al fin de cuentas es un trabajo artístico, yo creo que depende de cada artista cuando quiere experimentar en otro medio.

Pero no lo veo como algo negativo o positivo, simplemente ocurre, no hay tanto esa transición. Y no solamente en México, creo que a nivel mundial, vemos a Allan Moore, sí tiene, pero es más conocido por su obra en narrativa gráfica que su obra en prosa y tiene trabajo a la par. Neil Gaiman es un caso similar, como Jodorowsky.

Entonces no es algo exclusivo de México, pero yo creo que también hace falta alguien que los motive, podría ser un nicho de oportunidad.

Cartel del Encuentro Multiversos-NGM 2022, ilustración realizada por “Racrufi”, Raúl Cruz Figueroa.
Cartel del Encuentro Multiversos-NGM 2022, ilustración realizada por “Racrufi”, Raúl Cruz Figueroa.

¿Qué opina de los eventos de encuentros de narrativas gráficas con otros autores? ¿Cuál sería su visión de esto?

Pues es importante para que siga la promoción de la narrativa gráfica. Yo creo que cualquier esfuerzo que se haga con eventos virtuales o eventos presenciales, dan un foro para que los autores puedan mostrar su obra sin necesidad de intermediarios. Y que mejor que estos eventos sean gratuitos, para que la gente no tenga que desembolsar en la entrada de un recinto, lo que podría desembolsar mejor en la compra de obra que va a apoyar a que los autores sigan produciendo. Y además que tengan esa forma de interactuar, para que también alguien como tú les diga, oye, me gusta tu obra o siento que podría ir por acá.
Que pueda haber esa retroalimentación que también es necesaria.

Por nuestra parte sería todo, no sé si guste agregar algo respecto al taller específicamente, pues creo que salen proyectos de aquí, ¿un trailer próximo de lo que pueda venir?

Pues el taller está enfocado en la promoción de narrativa gráfica, en conocerla, en difundir, producirla y en que la gente se anime a hacerla. Es una muy buena manera de entenderla, el producirla. Porque van viendo todos los pasos que hay que seguir, te vas conociendo a ti mismo. Cuáles son tus limitaciones, cuáles son tus fortalezas, cuáles son tus áreas de oportunidad y con base en eso, puedes ir formándote un mejor conocimiento acerca de la narrativa gráfica y tú como persona.

De nuestra parte sería todo, muchas gracias profesor.

Gracias a ti.

Un metro de sangre

Autor: Miguel Ángel Almanza Hernández.


Te voy a contar una historia que nadie me cree. Y si te la cuento es porque el metro a estas horas ya está muy solo, creo que éste es el último tren. Nada más te pido, por favor, no me interrumpas:

Esa noche era como hoy pero no tan solo, en el andén habíamos dos: yo, y un tipo barbudo. En las pantallas, intercalados con las noticias y comerciales, pasaban un video musical pop de lo más genérico. Adolescentes plásticos y bonitos, bailando una hueca monodia: “Todo está bien”.

Y apesta, si la música oliera a mierda, ése es su sonido. Y nadie nota que el puto video es un himno al control mental. Otro día más de pandemia y encierro.

Tres chicas escandalosas con sus risas y juegos entraron al andén, cantando el sonsonete de la canción estúpida e inventando sus propias letras. Si acaso la más grande tendría veintitrés años. Sus risas llamaban la atención —son atractivas y lo saben—, se pavoneaban y mostraban desafiantes su cuerpo. La tez morena y el falso color rubio, contrastaban con la mezclilla rota y las faldas cortas. Jugaban con sus smartphones y tomaban fotos, dos que tres selfies cantando.

El metro apareció por fin. El viento que acompaña su llegada llenó todo con su ruido y mis oídos lo agradecieron, porque las dejé de escuchar. Nos subimos. El tren era de esos que parecen la tripa de un gusano, desde adentro se puede ver el principio y el fondo.

Las chicas se subieron al mismo vagón y siguieron fastidiando con su tonada pop y lujuria juvenil. Nosotros, los grises y semi dormidos en fines de quincena, aguantamos saber que la vida no siempre es así. Ni las miramos. Y menos les avisamos de la mierda que les espera, ahí, a la vuelta de la esquina.

En el vagón había un borracho dormido sobre varios asientos. Una pareja de ancianos le miraban con desprecio. Las muchachas seguían haciendo ruido, como si no fueran casi las doce de la noche y su puta juventud no se les vaya acabar nunca. En el vagón de adelante, el barbudo también se subió, jugando sus videojuegos con el celular.

Mi cubrebocas me hacía sudar la cara, me daba comezón y me lo quité. Los pinches viejitos no me dijeron nada, pero me picaron con los ojos como si fueran cuchillos. Pasando Chabacano, por ir en la pendeja, no me fijé en las estaciones y ya no sabía en cuál iba. Según yo, seguía Zócalo.

Después de un rato, noté que llevábamos mucho tiempo en el túnel, más de cinco minutos. Pero los demás no parecían notarlo: los ancianos, el borracho y las tres muchachas seguían en lo suyo. En eso, el pinche metro se detuvo. El ruido disminuyó tan de golpe que nos sorprendió el silencio.

Las luces del vagón de enfrente se apagaron de chingadazo y se escuchó un gran estruendo metálico. Pensé que nos habían chocado. Una de las chicas gritó. La sangre escurría desde el lugar en que estaba sentado el barbudo, sus piernas se asomaban retorcidas por debajo de los fierros.

Los vagones traseros del metro se escuchaban rechinar y crujir a lo lejos, las luces parpadeaban y se apagaban. Era como si una sombra se fuera comiendo el fondo del tren, un animal que no alcanzábamos a ver.

Los ancianos estaban aterrorizados, la señora levantó el indice para señalar algo que se movía fuera de la ventana. Al principio no vi nada, nos quedamos callados por un momento.

Una de las chicas quiso hablar, en eso, el techo y la mitad de la pared se partieron y algo aplastó a los ancianos, los hizo mierda. La sangre brinco por la fuerza y rapidez, parecía que siempre habían sido burbujas a punto de estallar.

Las tres chicas gritaban histéricas, una de ellas se aferró de mi brazo y señaló el agujero del techo. La verdad, hasta yo dudo de lo que vi. Si lo cuento, de todos modos no pienso que alguien me crea.

Era una mano gigantesca como una garra de cuatro dedos, parecía de simio con piel gris de reptil. Quiso tomar a las chicas de un manotazo, pero falló porque la tercera se aferró a mí. Yo me tuve que abrazar del tubo para que no me llevara de pilón.

Ella estaba agarrándome tan duro del brazo que me lastimaba, traté de soltarme, sólo logré que me abrazara. Sus amigas seguían gritando frenéticas, pero se escuchaban cada vez más lejos.

Nos quedamos así un rato, solos.

Bueno, el borracho seguía ahí, tirado en el suelo, y dudé si estuvo vivo desde un principio. Entonces le dije a la chica:

—Mira, nos tenemos que ir. Este tren ya valió madres, nos vamos a bajar y nos regresamos a la estación anterior.

—¡Noo, noo, no, nos va a comer, como a los viejitos! ¡Tú lo viste! ¿Verdad que también lo viste? ¡Se los comió, como si fueran nada! ¡Los mató, los mató!

Se soltó a llorar sobre mí, al tiempo que relajó su cuerpo, parecía que se iba a desmayar. Le di unas leves cachetadas:

—Oye, no te duermas. ¡Despierta, nos tenemos que ir, oye, oye vámonos! ¿cómo te llamas?

—Me llamo Norma —respondió por fin, tratando de contenerse el llanto—. No me dejes, voy contigo.

—Pues levántate y agárrate. Nos vamos a ir, me bajo primero y luego te ayudo a bajar, ¿sale?

Me tardé un rato en abrir una de las puertas y descolgar la escalera de emergencia que estaba debajo del asiento. El túnel era tan grande, que la luz interior del metro no alcanzaba a iluminar sus muros. Encendí la luz de mi celular y aún así era difícil ver, las paredes del techo estaban a unos quince metros. Percibí el declive del suelo, estábamos en una línea más profunda. No era un túnel regular.

Regresamos caminando junto al riel, tratando de ignorar los vagones aplastados como latas de aluminio por algún pie gigante. Intenté llamar a emergencias, pero no había señal. Norma vio la luz primero:

—Mira, ¿qué es eso?

—¿Qué cosa?

—Esa luz… una luz roja moviéndose.

La luz se movía como llamándonos a la salida. Aceleramos el paso, porque a lo mejor nos encontraba alguien de mantenimiento o el policía de la estación. Cuando nos acercamos lo suficiente, Norma ya no quiso caminar:

—¿Qué tienes? ¿Qué pasa? Ya nos encontraron, no va a pasar nada.

—Fíjate bien desde aquí. Que raro, la persona que tiene la luz…

Noté a lo que se refería. Era un hombre de unos sesenta años de edad, su cabello era largo, negro y entrecano, arreglado al modo de los indígenas. Llevaba un topilli en la frente, adornado con un tocado de plumas, sólo una era de quetzal. Vestía un atuendo completo, maxtlatl negro con tilmatl rojo. Con su mano derecha, sostenía un bastón eléctrico, la luz roja provenía de uno de sus extremos.

El hombre nos esperó por unos segundos, luego la luz se movió a la izquierda y desapareció, engullida por la oscuridad. Nos acercamos con recelo, le dije a Norma que lo más probable es que ahí se encontrara el camino a la salida y fuimos.

Había una puerta que daba a unas escaleras de concreto. Estaba oscuro, pero nos alumbramos bien con los celulares y subimos, la escalera se hacia estrecha y tenía una extravagante forma de caracol. Conforme subimos, las losas ya no eran del mismo material, parecían de tezontle y piedra volcánica.

Hasta que subimos entendí porqué. No era la salida, era un salón de ceremonias. Parecía una caverna, pero la arquitectura esculpida directa en la piedra, denotaban una capacidad superior.

El resplandor del fuego alumbraba el zomplantli, el trepidar de las llamas y el olor del copal, parecían sacados fuera del tiempo. Estábamos viendo muertos, a los antiguos mexicas.

Ya sabes, debajo de toda nuestra mierda de concreto, aquí antes hubo un mundo. Nosotros somos posapocalípticos. Para ellos todo se ha perdido, ya nada queda, más que seguramente: la venganza.

Vi al viejo junto a la fogata que iluminaba a las otras chicas tiradas sobre una piedra circular, tallada con grecas y glifos. Norma gritaba histérica:

—¡Mirna, Mirna! ¡Chicas, despierten! ¿Qué les pasó? ¿Están bien? Blanca, por favor, ¡despierten! ¡No se mueran!

Pero las chicas no despertaban. El anciano comenzó a caminar a la derecha encendiendo cada ciertos pasos, unas lámparas de aceite hechas con ollas de barro. Así fue iluminaba la caratula de piedra, adornada por millares de cráneos humanos: el rostro de Tzinacantecuhtli Camazotz.

Atrás de mí, escuché el sonido cavernoso de algo enorme que se movía hacia nosotros. Para cuando giré, sólo pude agacharme. Vi su garra gigante estirarse sobre mí y agarrar a Mirna. La tomó como si fuera una muñeca y antes de que ella pudiera terminar su último alarido, le arrancó la cabeza de una mordida.

El monstruo masticaba lento, triturando bien con sus muelas de elefante los huesos de la chica. El viejo comenzó a cantar en náhuatl, y Camazotz se detuvo frente a la piedra de sacrificio, como si fuera su plato de cena.

Sus ojos era azules con bordes rojos, el hocico parecía el de un gran cerdo horrible con enormes colmillos; no entendí si eran protuberancias o tenía varias fosas nasales. Desde sus axilas se desprendían unos asquerosos pliegues de carne que le colgaban hasta llegar al suelo. Al caminar, o mejor dicho, arrastrarse, parecía un pingüino gigantesco y obeso, como oso deforme.

Cuando acabó de engullir a Mirna, con la garra izquierda, acarició la espalda de Blanca que seguía inconsciente. La muchacha despertó desorientada, le miró con horror, al tiempo que gritó aferrándose al brazo de Norma. El coro de alaridos llegó a su cúspide, cuando la bestia tomó entre sus garras la cabeza de Norma y la torció de golpe en un terrible crack; luego, la arrancó de cuajo y se la comió, como si fuera uva pasa.

Ya no pude más y traté de huir. El viejo estaba esperándome con el otro extremo del bastón eléctrico encendido. No me dejé amedrentar, e intenté pasar corriendo, pero me electrocutó el cabrón

Desperté en el piso, vi que ya estaba terminando de masticar a Blanca. Y seguía yo. Medio consciente, también vi al borracho que creí muerto, hablando con el viejo que le decía:

—Esta vez no estuvo tan mal, pero te trajiste a éste pendejo. Acuérdate que estos, luego no se los come.

—Pos yo que voy a saber que se le antoja.

—Si no es antojo, pendejo, así también te salvaste tú. ¡Ya cállate y vete a esconder todo, que van a andar como locos buscando ese tren y todavía no has pagado tu deuda!

Entonces despidió al borracho, que más bien parecía sobrio. El anciano notó que recobraba la conciencia y se acercó para electrocutarme otra vez.

Cuando desperté, ya estaba en la piedra de sacrificio. Los cabrones me habían encuerado y amarrado. No sé que chingados me dieron, pero clarito vi cómo el viejo me abrió el pecho con un cuchillo de obsidiana. Esculcó con sus dedos dentro de mí, lo sentí debajo de mi piel como una quemadura que no puedes localizar. Luego, sacó un bulto envuelto en grumos de sangre. Yo gritaba como loco.

El monstruo también estaba ahí. El anciano le ofreció con las dos manos mi corazón y la bestia resopló para olfatearlo. De su hocico babeante, estiró una lengua bífida para probar la ofrenda. Gruñó como si fuera una carcajada gruesa y deforme. Luego se retiró en la oscuridad, mientras sus fosforescentes ojos azules me miraban hasta el fondo del pensamiento.

El anciano metió otra vez sus manos a mi pecho, luego agarró una espina de maguey e hilo, y tejió mis adentros. Me dijo al oído antes de desmayarme:

—Te salvaste, cabrón jodido. Resulta que tienes más sangre nuestra de la que mereces.

Te lo dije, nadie me cree. Pero la verdad no me importa. De todos modos, casi completo la deuda de sangre. Y lo bueno, es que logré traerte al metro a estas horas.

Escucha el cuento en voz de su autor da click en el enlace:
https://youtu.be/oA8K4ykE_vg
Ilustración de portada fanzine Delfos#1: KAMAZOTZ TZINAKANTEKUHTLI realizado por Humberto Morales "Humo" 

Día de fiesta

Autora: Gabriela Ladrón de Guevara de León.


No me gusta que me digan lo que tengo que hacer. Nunca me ha gustado. Desde niña lo detestaba. Era una de las cosas que más me disgustaban de la criada que me cuidaba. Mi mamá contrató a una sirvienta para que me cuidara, decía cursimente que era mi nana. Claro que no, es mi criada. Sí, se encarga de alimentarme, arreglarme para ir a la escuela y revisar mis tareas, pero es una empleada de la casa. Y ahora, es mi empleada.

No me molesta que ella me cuide, pero tampoco quiero darle un rol que no tiene. Mi mamá me regañaba, por eso aprendí a no decir nada, le digo “Nana” y listo. Pero por dentro sé que era solo una sirvienta. Pero disimulaba para ver contenta a mi mamá. Ahora, afortunadamente, ya puedo hacer y decir lo que me venga en gana.

Mi mamá siempre ha sido bella, muy bella, pero casi nunca la veo. Tiene una vida social muy ocupada y yo lo entiendo. Ser bella es una obligación y yo también tengo que seguirla. Ella es tan perfecta. No puede encargarse de cosas como llevarme a la escuela o alimentarme, ya que es tan hermosa que no la imaginaba en la cocina o a la puerta del colegio. O no me la imagino. Y nunca la imaginaré. No es su ambiente, ella es para lucir.

Mi padre no era tan importante. Era guapo, no podía ser de otra manera para estar al nivel de mi mamá. Pero no tenía gran importancia. Era un empresario y bueno, se encargaba de llevar el dinero a casa y de tener a mi mamá contenta. Para eso servía excelentemente. Y dicen que era muy inteligente, pero ya viste que no tanto como creía.

Obviamente, yo siempre he querido ser como mi mamá, para ser como ella, tengo que seguir sus pasos. No es tan difícil. Debo cuidar mi aspecto, ser buena estudiante, tener muchas amigas y tener una conversación entretenida. Siempre me he parecido a mi mamá, así que bella, ya soy bella, el tener buenas calificaciones nunca ha sido un problema, tampoco las amigas, soy simpática y le doy a la gente justamente lo que busca y como conversadora, bueno, sé de todo y conozco muchos temas, además, hablo con soltura, sin problemas. Y como tú sabes, puedo fingir cariño y apego. ¡Qué asco!

Pero sigamos hablando de mi mamá. Ella es bella y perfecta en todo sentido. Desde que se levanta, se ve hermosa y está de buen humor. Claro, también lo aprendió, como yo. Me imagino que lo aprendió con la vida. Yo tuve la fortuna de tenerla como ejemplo, aprendí al verla. En fin, por eso mi padre estaba loco por ella. Siempre tiene la sonrisa lista al saludarlo, y era muy tierna y cariñosa.

Jamás la he visto despeinada, mal vestida o con el maquillaje corrido. Como te digo, ella es perfecta. Tan alejada de ti. Y bueno, yo quería ser como ella. Obviamente, jamás se me hubiera ocurrido ser como tú. Mi mamá podría haber sido modelo, estoy segura. Y además, tiene tan buen gusto. Toda su ropa es hermosa y combinable. Eso lo he aprendido y tengo mi closet acomodado como el de ella. Es más, algunas de sus cosas ahora están ahí.

Sí, era una vida perfecta, todo estaba en su lugar. Y eso me gustaba. Cada día se embonaba de manera perfecta con el siguiente y con el anterior. Y me sentía segura. Pero llegó el cáncer y mi mamá, poco a poco pasaba más tiempo en cama que siendo encantadora. Perdió su hermoso cabello y adelgazó muchísimo. No puedo decir que me dolía verla así, creo que nada me ha dolido realmente en la vida, pero sentía cómo todo se caía alrededor.

Mi mamá falleció hace dos años. Lo sabes. Pero ella está más viva que tú, más viva que mi padre. Sí, es una ironía de la vida. Recuerdo que más de una vez, la sirvienta me regañó por hablar de ella en presente. Pero ahora puedo hacerlo. Mamá, estás conmigo, sigues bella y encantadora.

Pero mi padre decidió que mi mamá no es tan perfecta. Tan tonto. Empezaron los problemas. Apenas la enterró, empezó a salir con busconas, lagartonas, interesadas. No lo podía creer. Bueno, esperó un año y te llevó a la casa. Cuando te vi, tan ordinaria, tonta, no podía creerlo. Sí, claro, muy estudiada y todo eso. Profesora universitaria. ¡Qué risa! Y sin pizca de gracia. Y tan estúpida. Querías ser mi amiga.

Y todo por la cursilería de que estabas enamorada de mi padre. ¡Qué patética!

Claro, al principio fingí. No me interesaba enemistarme con mi padre, quería que me siguiera dando todo lo que quiero y necesito. Al fin y al cabo, solo tengo doce años, es su obligación, es su deber como mi padre. En fin. Ya no vale la pena.

Y luego se casó contigo, que no vales nada. Y lo peor, me dijo que te tenía que querer y respetar porque eras su esposa y él te amaba. Nunca me ha gustado que me digan qué hacer. Pero teníamos que vivir los tres juntos, con la sirvienta.

Y así, llegó este día de fiesta. Este día en el que puedo decir que estoy satisfecha. No me siento feliz, eso me falta, creo que nunca me he sentido realmente feliz o triste, pero siempre ha podido fingir esas emociones. Pero creo que soy feliz en algún modo extraño. Afortunadamente, la sirvienta no está. No me gusta que ande fisgoneando por aquí.

Y luego este viaje en el automóvil. Tan conveniente. Y el tonto de mi padre insistiendo en que está feliz de que nos llevemos tan bien y que estemos creando lazos tan bellos. ¡Qué asco! Solo de oírlo, se me revolvió el estómago. Por eso maté a mi padre. Pero eso, solo tú lo sabes. Para los demás, soy una hija doliente e inocente. Pero sé que tú cuidarás mi secreto. Al fin y al cabo, también estás muerta.