Sueño recurrente

por Sandra Santos


“Sueño recurrente”, autora y voz: Sandra Santos
Música: Ev Vega (2007) Trío para flautas: I Swallowind: basada en el Sótano de las Golondrinas. Cuento trabajado y presentado en el Taller Delfos de Escritura Creativa durante el año 2024.

Llegaste agitada a casa, te quitaste el suéter del uniforme y lo aventaste al sillón, le diste un beso a tu madre quien al recibirlo notó que tenías la cara mojada de sudor, recogió el pelo de tu rostro, te miró a los ojos y te preguntó:

—¿Qué hiciste?

—Jugamos a las correteadas —respondiste rápidamente, después sacaste aquella libreta con un pequeño candado que llevabas a todos lados, mezclaste la contraseña, se abrió y antes de sumergirte en ella, dirigiste una mano a tu boca, comenzaste a morderte las uñas como lo hacías desde hace no sé cuánto tiempo, al arrancarte un pellejito del dedo índice comenzaste a sangrar, una pequeña gota manchó tus labios dejando un rojizo líquido, muy tenue en ellos, te lamiste.

De pronto, un sonido proveniente del exterior te hizo voltear para después dirigirte a la ventana, afuera, un par de perros copulaban, tiraban baba mientras sacaban la lengua, la perra emitía pequeños chillidos mientras el perro pegado a ella no dejaba de menear su rabo, un señor pasó con su hijo y le tapó los ojos para evitar que el pequeño viera la grotesca escena, el niño intentaba no perder el equilibrio:

—¡Órale, perros puercos! —gritaba el padre, haciendo ademanes con los que sin tener éxito los echaba del sitio.

Una señora salió con una cubeta llena de agua y se las echó encima pero tampoco logró que los perros se separaran. Tú mirabas por la ventana, tenías una ligera sonrisa en tu rostro, probablemente se debía a la escena un tanto caricaturesca, le preguntaste a tu madre desde el sitio en donde estabas por qué el señor llamaba puercos a esos perros. Te respondió irritada: “Esas cosas no se preguntan”.

En casa muchas cosas no se preguntan, ni se hablan, ni se dicen, ni se hacen —al menos eso cree ella—, así que poco a poco las verdades se convierten en secretos, los secretos en heridas, y las heridas en silencios.

Volviste a sentarte, continuaste mordiendo tus uñas, esta vez con mayor intensidad, tus dedos estaban cocidos como cuando pasabas mucho tiempo en la regadera, sangrabas, de tus uñas no quedaba ni un milímetro, pero seguías mordiendo, y aunque te dolía evadías el dolor, quizá en algún momento quisiste comer tus dedos, tus manos, todo, para no tener más esa sensación que desde hacía tiempo te acechaba…

Aquello que provenía de tu interior, de las noches extrañas en las que en sueños tus manos viajaban por todo tu cuerpo, las ganas de tocar tu lugar prohibido, ya no querías hacer esas cochinadas como le llamaba tu madre, no querías defraudarla, pero era inevitable, de manera que lo hacías a escondidas.

***

Querido diario, hace unos días conocí a Paco, el niño más grande de la cuadra en la que juego todas las tardes, quien a pesar de ser más grande que yo y mis amigas de pronto le dio por jugar con nosotras. Fue extraño, jugábamos a las escondidas, yo estaba detrás de un arbusto entonces llegó por detrás y me tapó la boca para que no gritara: Un dos tres por ti y por todas tus amigas, me dijo.

Desde aquel día me la paso contando las horas para poder volver a verlo, el más grande de los vecinos juega sólo conmigo. Metidos entre las pacas del zacate mientras mis amigas corren, se esconden, saltan la cuerda, se ríen entre sí, nosotros inventamos juegos.

Me enseñó algunos trucos para no ser encontrada, trepamos árboles, colocamos trampas con el pasto para que al pasar corriendo los demás niños se caigan, y el otro día me enseñó la diferencia entre mi “cosa” y la suya, algo nos habían dicho en la escuela sobre las diferencias entre niñas y niños, pero no es lo mismo verlo en libros a verlo con los propios ojos. Me dijo que si me lo mostraba, yo haría lo mismo, entonces se bajó los pantalones, después los calzones y en medio de la milpa lo vi, una manguera pequeña, habitaba entre sus piernas, era como el moco de guajolote colgando, me dijo que lo tocara, entonces acerqué poco a poco mi mano, pero no lo toqué completamente, solo alcancé a rozar mi dedo con eso cuando agitó la manguera y me dijo ¡Bu! Es un menso.

Era mi turno, tardé en hacerlo pero había dado mi palabra, las piernas me temblaban y conforme mi falda subía, se me hacia la piel de gallina, Paco me miraba curioso, cuando dejé al descubierto eso de lo que mamá me prohíbe hablar, pensé que quizá no era tan malo, Paco miró por un rato, pero no me tocó, quizá no quiso, quizá simplemente porque no le dije que lo hiciera, después solté mi falda y me subí los calzones rápido. Éste es un secreto. Esa tarde reí mucho con Paco, al parecer los secretos unen a las personas.

Querido diario, hoy vi a unos perros haciendo perritos afuera de mi casa, le pregunté a mamá que porqué un señor los llamaba “perros puercos”, ella se enojó, siempre se enoja, en cambio papá solo mira, mira y calla, me gusta que papá calle, aunque a veces es incómodo.

Querido diario, hace unos días Paco y yo nos besamos, pensé que sería como en las telenovelas que ve mamá, pero no, fue chistoso, teníamos los ojos y también los labios cerrados después me dijo que sacara la lengua y lo hice, entonces él sacó la suya y nuestras lenguas se encontraron, pero no se movieron, eran como chicles pegados, ¿así que los besos de lengua son estos? ¡Qué chiste! Pasó un rato, no sé si un minuto, menos o más, abrí los ojos y me encontré con los de él, me dio pena, los cerré al momento para no parecer tonta, por fin nos separamos. No sé por qué los adultos no quieren hablar de estas cosas, si en realidad no son la gran cosa.

Llegué a casa volando porque me quedé tiempo de más con Paco, mamá me preguntó que en dónde estaba y qué había hecho porque estaba sudando, no sé si fue por correr o porque pareciera que mamá todo lo ve y sus preguntas me ponen aún más nerviosa, pareciera que ya sabe que él y yo nos besamos, le dije que había jugado a las correteadas, pero siento que no me cree, nunca me cree.

Nunca me cree, pero tampoco nunca me pregunta más, mis papás son extraños, o son dos extraños, ella es regañona y preguntona, pero en realidad, no quiere hablar, papá en cambio nunca quiere hablar, es silencioso, es como un mueble, la diferencia es que mientras el mueble no hace nada, a papá lo único que se le mueven son los ojos, aun me mira, me mira mucho, pero no me habla.

Querido diario, hoy de nuevo soñé que algo o alguien estaba en los pies de mi cama, después se acercó y de repente sentí un gran peso sobre mí, Paco dice que se me subió el muerto. Mi abuela decía que los muertos se convertían en polvo y yo he visto en la tele que cuando los muertos son quemados se hace un polvo muy pequeño que se pierde en el aire, así que le he dicho a Paco que el muerto que me acecha es muy pesado, él se ríe, pero yo no. ¿Qué será? Quizá deba hacer caso a mamá y deba ir con ella a misa, ¿Verdad?

***

Tu madre te ordena acomodar tus cosas, lavarte los dientes y ponerte el pijama, te pregunta si terminaste la tarea, le dices que sí, metes tus cosas a la mochila, te lavas los dientes, vas a tu cuarto y como cada noche dejas la puerta entreabierta, dejando pasar un resquicio de luz apenas un rayo porque te da miedo que la oscuridad posea a tu cuarto contigo incluida, te duermes tranquila porque estás en casa y en casa todos los niños están a salvo.

Dejo pasar un par de horas, espero que tu madre duerma, entonces pienso en ti, en lo que haces con Paco cuando crees que nadie te ve, pienso en lo que piensas al ver a esos perros cogiendo. ¿Quién eres niña?

Voy al baño, de regreso observo a tu madre, está dormida, camino un par de metros, tu puerta entreabierta me invita a entrar, no me cuesta trabajo, no hay ruido, me paro en los pies de tu cama, me gusta mirarte, me pregunto si siempre será así. Duermes profundamente, das un par de giros en la cama, algo sueñas, doy un par de pasos más cerca de ti.

Sientes que alguien te mira porque te mueves levemente pero tu sueño es pesado, sí, algo sueñas, aunque quisiera mirarte toda la noche, como lo hago durante el día, tengo que salir, estaba a punto de hacerlo cuando de pronto dijiste su nombre: Paco, con esa voz que está cruzando entre la infancia y la pérdida de ella. Quizá en tus sueños ha aparecido él pidiéndote que saques la lengua, porque la sacas y la mueves como si tu fuera un pez fuera del agua, tus manos viajan y husmean en tus pantalones aquello.

A pesar de estar lo suficientemente cerca quisiera hacerlo un poco más, sólo un poco más, subir a tu cama, olerte, al fin y al cabo, eres mía. Jadeas como los perros que habías visto mientras tus dedos chatos acarician ese lugar del que no se habla, de pronto, después de un largo quejido te quedas quieta y continúas envuelta en la madrugada, espero aún un par de minutos, estoy sudando al igual que tú, debí de haber hecho algún ruido, ya que al dar un paso a la salida escucho tu voz:

—¿Papi? —dices alcanzando a entreabrir tus ojos.

—Estás dormida nena.