Tit y Fay

Autora: Laura Mónica Rodríguez Mendoza (LEMON)


Apenas había logrado quedarme dormida cuando sentí mucho frío y dos luces pequeñitas aparecieron sobre mi cabeza.

—¿Entonces, es ella?

Preguntó una de las lucecitas. Yo me desperté llorando de miedo y ya no supe que contestó la otra luz. Mi mamá entró corriendo a mi cuarto muy preocupada, y me dijo que qué me pasaba. Le conté de esas lucecitas que me visitan todas las noches desde hace unos meses. Al principio no les hice caso porque pensé que sólo estaba soñando y además no les entendía nada, pero hoy las escuché clarito y me espanté cuando una de ellas habló de mí. Mi mamá me miró con una cara rara, me dijo muy seria que no dijera mentiras, que no inventara cosas para no ir a la escuela y se salió aventando la puerta. Ya no pude dormir.

Al otro día, en el salón no podía tener los ojos abiertos y la maestra me regañó. Otra vez César me jaló las trenzas y Daniela me quitó la silla cuando me iba a sentar. Todos se rieron cuando me caí al suelo y me gritaron “quiere llorar”, pero ahora no tenía ganas ni fuerzas para llorar. Lo hacían todo el tiempo, siempre me molestaban. A mi mamá ya no le dije nada porque cada vez me creía menos, ni lo de la escuela ni lo de las lucecitas, y ya sólo se la pasaba peleando con mi papá.

Una noche la escuché llorar quedito y la puerta de la entrada se cerró de un golpe. Me asomé por la ventana y esa fue la última vez que vi a mi papá. Mi mamá entró a gritarme que todo era mi culpa, que por mí él se había ido y me sacudió muy fuerte antes de encerrarse en su cuarto. Me aguanté las ganas de gritar y casi me quedo sin aire por las lágrimas, pero me dije que tenía que ser valiente y hablar con las lucecitas.

Estaba tan cansada y casi me quedo dormida esperándolas, pero al fin aparecieron. Las miré bien y parecen haditas. Se llaman Tit y Fay. Les dije que las hadas no existen y se rieron porque no son hadas. Les platiqué lo que pasa en la escuela y con mis papás y ellas me dijeron que me iban a ayudar. Después se pusieron a cantar una canción rara que me dio mucho sueño.

Cuando desperté, no vi a Tit y Fay, pero muy emocionada le platiqué de ellas en el desayuno a mi mamá. Ella me gritó muy feo y me dijo que estoy demente, pero no sé qué es eso. No quiso llevarme a la escuela y le habló a mi tía. Llegué tarde y me tocó en la silla de hasta adelante. Daniela me aventó papelitos con saliva que se me enredaron en el cabello y César me pegó un chicle. La maestra me tuvo que cortar un pedazo y todos se rieron por cómo me veía. Me enojé mucho y les dije de las lucecitas y que ellas los iban a castigar, pero se burlaron de mí aún más. En el recreo me escondí tras la tienda para llorar y las llamé a gritos:

—¡Tit! ¡Fay!

Pero antes de que aparecieran, me oyeron Daniela y César y me empezaron a aventar piedras. Cómo no me podían pegar porque me protegía la pared, él se subió a un árbol para tirarlas desde el techo. Una me pegó en la cabeza y me dolió mucho. Las lucecitas aparecieron y yo agarré una para echársela a César, me quemé la mano. Él se cayó y se abrió la cabeza como una sandía. La sangre se veía chistosa. Yo me reí. El árbol se comenzó a incendiar y el uniforme de Daniela también. Ahora se parecían a las lucecitas pero en grandote. Yo me reí más.

La directora llegó corriendo y se puso a gritar. Una maestra me jaló y me llevó con el doctor de la escuela, pero no sé porque, yo no me sentía mal, ya hasta se me había quitado el dolor por el golpe de la piedra. Me preguntó muchas cosas raras y luego mandó llamar a mi mamá. No sé qué le dijo el doctor, pero cuando salió, se fue sin mí. No me llevaron a mi casa, sino a un edificio muy grandote con muchos cuartos de paredes y techos blancos.

No me gustaba estar ahí. Más doctores me preguntaron por Tit y Fay y yo al principio les contaba todo, pero entonces me hacían tragar unas pastillas amargas, me dolía la cabeza todo el día y tenía mucho sueño… Lo que me puso más triste fue que ya no veía a las lucecitas y me daban muchas ganas de llorar. Una noche, las volví a escuchar:

—Si me vuelves a tocar mocosa, ya verás.

Era Fay, estaba enojada conmigo. Le pedí perdón, pero también le dije que ellas tenían la culpa porque no me habían ayudado como prometieron. Empezaron a dar vueltas muy rápido y se rieron muy feo. Me dio coraje y las quise aplastar con las manos, pero no pude. Con el ruido, vinieron los doctores y cuando les dije que ahí estaban las lucecitas, me amarraron a la cama y me inyectaron. Demente. Volvieron a usa la palabra que dijo mi mamá. Cuando todos se fueron, ellas me explicaron que significa, que es como estar loca. Pero yo no estoy loca…

Ya no le hablé a nadie de Tit y Fay para que no me dieran más pastillas ni me picaran mi bracito. Les dije que lo inventé todo porque estaba triste sin mí papá y que sólo quería regresar a mi casa. Ahora si me creyeron. Creo que los locos son los adultos. Mi mamá me vino a buscar, pero siguió con su cara rara, no me abrazaba ni me besaba, casi no me hablaba tampoco y me dijo que no podía regresar a la escuela y que tenía que tomar muchas medicinas.

Eso me hizo enojar mucho. En la noche, Tit y Fay me visitaron de nuevo, pero yo me tapé con la cobija y no les quise hablar. Comenzaron a decirme cosas feas hasta que ya no me aguanté, me levanté y les contesté igual. Mi mamá entró gritando que me callara y le dije que las viera, que ahí estaban, pero ella no podía verlas y otra vez no me creyó. Entonces me jaló del brazo para aventarme a la cama y darme de nalgadas mientras me regañaba. Yo empecé a llorar muy fuerte y las lucecitas se molestaron mucho y gritaron que ahora seríamos como ellas… Rodearon a mi mamá que me soltó espantada y se comenzó a iluminar. Dejó hasta de hablar. Ellas se rieron. Yo también me reí.

—¿Ves como no estaba diciendo mentiras mamá?

Lugares Invisibles

Autora: Adriana Letechipía.


Lo peor es no poder dormir. Desde hace diez días mis párpados son dos membranas traslúcidas, apenas y me protegen de la luz. Los ojos aún se distinguen en mi cuerpo. Dos máculas negras, gelatinosas, difusas. El pigmento de la coroides es lo que se alcanza a ver. La esclera y el iris son casi imperceptibles. No tardaré en perder la vista.

Frente al espejo desato la cinta de mi bata azul. La vesícula, de color verde, se vislumbra debajo de mi piel húmeda y viscosa; se encuentra inmersa, friable, entre lo que alguna vez fue el hígado. Puedo ver como los alimentos que consumo bajan por mi tubo digestivo, es fascinante cómo se mueven dentro de mis intestinos.

El quimo cambia de apariencia hasta salir de mi cuerpo. Observo el reflejo completo de la mujer invisible que siempre fui. La que no quería resaltar o hacer enojar a mamá. La que no se atrevió a invitar a salir a su mejor amiga. La que se sumió en los libros para no lidiar con las personas. La que se escondió en esta casa en medio de la nada.

Supe que algo había cambiado porque el color de mis lunares disminuyó, eran hermosos. Mi cabello se pobló de canas antes de quedarme calva. Mis uñas le siguieron, cayendo de una a una, suaves e inútiles. Los cigarrillos se acabaron, el vino también. Por fin soy del mismo color que mis lágrimas.

Nunca fui protagonista y nunca seré la heroína que necesitó la humanidad. «Vas a desaparecer», me dice mi reflejo. Ya no hay nadie allá afuera, excepto ellos.

Vinieron del cielo, eran la estrella más brillante. Cada día crecían en belleza y letalidad, una amenaza silenciosa en el firmamento. Me imaginaba dándole a Sofía un anillo con un diamante así de radiante. La casa del bosque de Tlalpan era el mejor lugar de la ciudad para observarlos y soñar. ¡Qué tonta!

Oh, sí. Echaron abajo unas cuantas naves y rápidamente fueron reemplazadas por cientos más, se distribuyeron por el planeta. Ni los países más poderosos lograron hacer algo significativo, eran demasiadas. Los que quedaron suspendidos como satélites nos ignoraron, demostrándonos cuan ínfimos éramos para ellos. De aquellas que aterrizaron salieron máquinas semejantes a insectos, mitad animal, mitad circuitos. Bioingeniería le llamamos.

Desde el refugio pude verlos. Mantideos excavadores de cuatro brazos, estercoleros reforzados de cinco metros de alto, isópteros voraces que consumieron lo que encontraron a su paso: animales terrestres, plantas, edificios, cableado, humanos. Aquellos que murieron por comer bombas o tanques de guerra fueron asimilados por sus análogos, logrando adaptaciones asombrosas e invencibles. Tanques fórmicos de cañón de ánima lisa.

Estaban preparando el terreno para vivir de acuerdo con sus necesidades. La técnica que usaron es muy sencilla y es una de las más viejas: consumieron todo a su paso y defecan sustancias que transfiguran el entorno. Los gases que emanan de sus detritos se cuelan por las ventanas, la tubería de agua potable, los túneles y el drenaje. Las lluvias arrastran esos humores a lugares lejanos.

Envenenaron el ambiente. Sus gases tuvieron el efecto del ácido nítrico en nuestros tejidos. Las hojas de los árboles se transparentaron y perdieron la clorofila. Murieron. Los animales sufrieron el mismo destino. Los perros, invisibles, intentan ladrar para defender sus hogares. Las aves no levantan el vuelo, sus alas cristalinas reflejan la luz del sol. Las cigarras y los grillos fueron silenciados, perdieron la dureza de sus exoesqueletos. Los ojos me lagrimean, la voz sale ronca de mi pecho.

Corrí a la casa del bosque buscando evadir los gases tóxicos, ignorando a todas las personas que suplicaron por mi ayuda. No pude ubicar a Sofía. Desapareció, y con ella la humanidad que hubo en mí. Pronto mi refugio quedó a la vista, expuesto por la muerte de los árboles. Yo misma he comenzado ese proceso.

No es tan terrible. La pirámide de Cuicuilco que permaneció por 2300 años al sur de la ciudad, por fin se derrumbó. Las calles dieron paso a un nuevo tipo de maleza. Hay animales dispersos, libres por las calles, solo que no son los nuestros. El silencio ha poblado el planeta. La humanidad se extinguirá hialina.

El color de mis mejillas menguó, justo a tiempo para no ver mi rostro demacrado, para ignorar la flaqueza de mi cuerpo que sucumbe por la falta de sueño. A tiempo para no verme morir.

Colaboradores del fanzine Delfos#1


Aquí agradecemos a todas las personas que hicieron posible esta publicación, miembros del colectivo y colaboradores de este número. A todos ustedes:

Gracias por compartir su trabajo y obra con nosotros.

Humo Humberto Morales. Autor de la ilustración de portada del fanzine Delfos#1 KAMAZOTZ TZINAKANTEKUHTL Es ilustrador y autor independiente, con una trayectoria profesional de más de 35 años trabajó en varias empresas editoriales y publicidad; autodidacta en técnicas diversas tanto tradicionales como digitales. Ha publicado tres novelas gráficas con tema de tradición cultural del territorio de los pueblos del Anáhuac, "VITZILOPOCHTLI El amanecer de un Dios", "MIKTLÁN Viaje al origen" y "TETEO Rituales de creación", además de materiales de ilustración y tiras en Webtoon. Trata temas de divulgación cultural con el programa semanal "De cuadro a cuadro" transmitido en sus redes y en su canal en Youtube.
Mayra Daniel Arganis es licenciada en Ciencias de la Comunicación con especialidad en Periodismo y Maestra en Administración con especialidad en Gestión de Proyectos. En 2017 fue coordinadora de Comunicación Digital del Festival Internacional Cervantino y desde 2016 es profesora de Talleres de Gestión de Redes Sociales. Ha publicado en diversos medios como El Universal, La Jornada, La Revista del Consumidor y actualmente en NeoComunicaciones. Colaboró en la revisión editorial y corrección de estilo del fanzine Delfos#1 además de participar con sus propios textos desde el fanzine Delfos#0
Yolanda Pomposo Díaz, diseñadora gráfica egresada de la FES Acatlán de la UNAM, ha trabajado como diseñadora editorial en el periódico el Día y fue subgerente de publicaciones en CAPUFE. Creó la tipografía de portada para fanzine “Delfos”, además de ser asistente asidua al Taller Delfos de Escritura Creativa, en este número colaboró como consultora de diseño editorial.
Marisela Hernández Barrientos, licenciada en enfermería por parte del Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, especialidad pediatría. Es la productora ejecutiva y parte de nuestro consejo editorial. Ha colaborado con nosotros brindando toda la infraestructura necesaria para realizar nuestra labor, desde el espacio físico hasta los servicios requeridos como electricidad e internet. A ella especiales agradecimientos.
Miguel Ángel Almanza Hernández, estudió ciencias de la comunicación con especialidad en periodismo en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, egresado de la Escuela de Iniciación Artística número 1 del INBAL en música clásica y guitarra. Ha participado en diversos proyectos culturales como promotor cultural, guitarrista y escritor. Ha publicado cuentos, artículos de divulgación e impartido pláticas y talleres culturales de música y literatura durante su trayectoria de más de 13 años. Actualmente es el coordinador general y responsable del proyecto cultural colectivodelfos.com y director editorial del fanzine Delfos
En este número tuvimos quince colaboradores de cuento e ilustración:
Gabriela Ladrón de Guevara de León. Mexicana. Doctora en Educación.
Profesora-Investigadora en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Narradora oral y escritora. Su poemario “Ciudad: Mujer en movimiento” ha sido publicado por Enero Once Editorial que próximamente lanzará su libro de cuentos “La extraña Vida Diaria”.
Alberto Villa. Estudió en la Facultad de Artes Plásticas, encaminado su curiosidad a la gráfica y a la investigación como practica creativa y estética. Ha acompañado algunos colegas en exposiciones colectivas tanto en Toluca como en algunos estados de la república Mexicana.
Ha desarrollado su conocimiento formando parte de equipos de estampación textil, talleres de litografía, libro objeto, diseño e ilustración y uno que otro de actuación y doblaje. También ha impartido talleres de dibujo y grabado. Actualmente es delegado de Artes Plásticas (sección UAEMEX) en  la ANEFH A.C. Estado de México; además de docente en el Colegio Panamericano de Estudios técnicos Cpet.
Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994) Escritor, Lic. en comercio internacional y Aduanas, y Técnico analista programador bilingüe. Autor de 2 Novelas "Las Crónicas del Quinto Sol 1: El Campeón De Xólotl" (Amazon 2019) y "Carlos Navarro y El Aprendiz Del Diablo" (Editorial Pathbooks 2020-2022), también 10 libros infantiles traducidos a 6 idiomas. Su más reciente obra es la antología de cuentos: "Entre Nosotros" (Amazon 2021). Colaboró en 11 antologías, muchos de sus cuentos, relatos y ensayos han sido publicados en más de 131 revistas y blogs tanto nacionales e internacionales.
José Luis Ramírez Gutiérrez. Nació en 1974, en la ciudad de Puebla. Es Ingeniero Industrial en Electrónica. Ha sido publicado en distintas antologías entre las que destacan: Auroras y Horizontes, Los Mejores Cuentos Mexicanos, Visiones Periféricas, El Hombre en las Dos Puertas y Silicio en la Memoria, así como en varias revistas y fanzines. Obtuvo el Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción 1998, con el cuento “Hielo”.
Carlos Jafar López Ortíz. Uriangato, Guanajuato (1977). Estudió la licenciatura en filosofía. Aparece en las antologías: “Las leyendas de la Santa Muerte” (2009) de Cal, EU; “Elegidos” 2010 de BA, Argentina; “Mariposas de humo” (2014), “Letras Interiores” (2020), “Pesadillas bajo Tinta” (2023). Coautor del libro “Gastronomía y herbolaria de los valles abajeños” (2011). Autor de los libros: “Voces del tiempo” (2003), “El vado de la carreta: Leyendas de Uriangato” (2020), y las novelas: “Fuera de Control” (2021), “T’arhetskua: Danzante”, (2022).
Israel Montalvo (México) como escritor e ilustrador ha publicado en una extensa variedad de revistas, cómics, libros y ha participado en más de cuarenta antologías literarias de cuento enfocadas en el horror y la ciencia ficción en México, España, Uruguay, Argentina y otros países de Latinoamérica. En 2016 publicó su primera novela gráfica: “El señor Calzetín volumen uno: "Momentos en el tiempo o los días regulares de un personaje medio(ocre)”  por la que obtuvo dos becas en 2009 y en 2014. En 2018 publicó las novelas gráficas: “¿Podría ser un asesino?” y “I’m fraid of americans”. Su primer libro de cuentos: “La Villa de los Azotes”(2019). En 2021 publicó la novela corta: “Abel en la cruz” y “La ordinaria locura de una muerte cotidiana".
Frenily Herrera García, Fren HG, ilustradora independiente y creadora de escenografías. Ha participado en algunas publicaciones aportando las ilustraciones de portadas de libros y la ilustración de un libro, próximo a publicar, de escritores michoacanos, como Víctor Manuel López, Alfredo Carrera y Dante Medina. Tallerista y docente en el área de artes y literatura.  
José Gaona (Ciudad de México, 1987). Ha participado en diversas revistas orientadas a la ficción especulativa, así como en antologías de cuento y minificción. Fue acreedor al 2º lugar en el Concurso de Cuento de Terror «La Cabra Negra y sus Mil Relatos», en su séptima edición. Su cuento “Un viento susurra entre las jacarandas” obtuvo el 1° lugar en el Segundo Concurso de Cuento de Terror de la revista Semillas de Sauce. Ganador de la segunda edición del Concurso de Cuento de Ciencia Ficción del Festival Semillas, organizado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Ganador del 9° Concurso de Cuento y Poesía de Ciencia Ficción “José María Mendiola”. Y ganador del 10° Certamen de Microrrelatos Fantásticos y de Terror de Sants, España, 2022.
Osvaldo Sánchez es productor y diseñador gráfico, participó en este número con la ilustración de técnica digital titulada: “Mujer”, con el texto “Seguirás siendo arte aunque no tengas quien te admire”. Puedes encontrar más de su obra en: callavera.com
Eduardo Omar Honey Escandón, (México, 1969) Ing. en sistemas. Autor de “Códex Obsidiana”, “Cósmicos espejos humeantes”, “Cronofauna”, “Séptima Puerta” y “Firmamentos ocaso”. Participante desde la década de los noventa en talleres literarios bajo la guía de diversos escritores. Publica constantemente en plaquettes, revistas físicas, virtuales e internet. Textos suyos fueron primero, segundo, tercer lugar o finalistas. Ha sido seleccionado para participar en diversas antologías. Imparte talleres de escritura. Pertenece a la generación 2020-2022 de Soconusco Emergente. Prepara dos libros de cuentos y su primera novela.
Grace Solorzano, radica en Ciudad de México, ha trabajado haciendo storyboards para películas entre las que destaca “Jokel”, también ha colaborado en comerciales y videos. Actualmente es freelance,  últimamente hace páginas y portadas para cómics independientes en Estados Unidos. También colaboró en el “Homenaje a Oscar González Loyo, Karmaverso”.
Jorge Millán en este número colaboró con el cuento: “Revelación Pleyadiana”, un cuento de ciencia ficción sobre un niño y su pasión por las estrellas. 
Alejandra Romano es diseñadora gráfica e ilustradora egresada de Universidad del Tepeyac, ha participado en eventos como Feria del libro con AMDI ilustradores, convención La Mole, exposición Día de muertos, exposición colectiva Homenaje a Leonora Carrington, Leonardo Da Vinci y colaboración para color digital en comic independiente.
Laura Mónica Rodríguez Mendoza (LEMON). Ingeniero en Alimentos por educación, poeta y escritora por obstinación, gracias a los cursos y talleres de Doris Camarena y Ricardo Bernal. Adicta al escenario, por lo que siguió el camino del teatro y doblaje. Sus letras la llevaron a diversos festivales nacionales e internacionales, así como a formar parte de varias antologías y a crear dos poemarios propios. Tarot y astrología y magia son parte de su formación también.
Adriana Letechipía (Ciudad de México, 1984), es Maestra en Ciencias en Biomedicina y Biotecnología Molecular del Instituto Politécnico Nacional. Miembro de la Asociación de Literatura de Ciencia Ficción y Fantástica Chilena (ALCiFF), presidenta de La Tertulia de Ciencia Ficción de la Ciudad de México y fundadora del taller permanente y gratuito Gran Colisionador de Textos Especulativos. Autora de: “Guerras fórmicas” (Anapoyesis: Literatura, Arte y Cultura) y “Los herederos” (Espejo Humeante).

Portada de fanzine Delfos#1

La ilustración de portada lleva por título: KAMAZOTZ TZINAKANTEKUHTL fue realizada por Humberto Morales «Humo» para ilustrar específicamente el cuento «Un metro de sangre» de Miguel Ángel Almanza Hernández.

La tipografía de «Delfos» fue realizada por la diseñadora Yolanda Pomposo Díaz, además de participar en este número como consultora de diseño.


Editorial

Este fanzine tiene la intención de
brindar una visión general y específica de la fantasía, ciencia
ficción, horror y terror que se realiza en México. En esta
panorámica contemporánea que buscamos abordar, distinguimos
dos ramas que están creciendo: la narrativa en prosa y la
narrativa gráfica.
Es por eso que publicamos cuentos e ilustración, un extracto de
lo que se produce actualmente. Queremos documentar y
fomentar la comunicación entre ambas esferas que abordan estas
categorías literarias. Para así mostrar y entender que no se trata
de un escape, sino perspectivas de nuestro propio mundo y país,
visiones subversivas y fantásticas

Unicorn


Unicorn

Unicorn (Unicornio)

Materiales: tinta, bolígrafo de gel, gouache, papel (monotipo y pintura). Medidas: 40×30 cm. Año: 2022

Irina Tall (Novikova) es artista gráfica e ilustradora. Se graduó de la Academia Estatal de Culturas Eslavas con una licenciatura en arte y también tiene una licenciatura en diseño.

La advertencia del can

Autor: Javier Huaman


Por instinto empezó a correr, atrás iban para capturarlo un grupo de hombres con vestimenta alba, éstos tirando de sus pistolas buscaban paralizarlo, huyendo por su vida, de pronto sintió su respiración más profunda, sus fosas nasales se hinchaban, ¿qué me está pasando? ¿Por qué veo mis manos como patas color marrón? No tuvo tiempo para responder, solo atinó a buscar un lugar donde esconderse, llegó hasta una torre con aire fantasmal, sin francotiradores, donde solo se escuchaban los ecos de almas perdidas que retumbaban en las mazmorras. Allí se quedó.

Sus captores lo exhortaron a rendirse, al no obtener respuesta, lo acorralaron y fueron dispuestos a reducirlo (a pesar de su ferocidad). Decidido a no ser atrapado, saltó sobre las cabezas de los hombres.

Mientras huía, vio gente con deformidades, personas cuya razón se había perdido para siempre, seres con defectos genéticos, y enfermedades extrañas, que al verlo correr, lo siguieron, formando así una manada de entes desdichados, que ansiaban la libertad.

Buscando la salida de aquel valle de lagrimas, cruzaron pasadizos, rompieron puertas, saltaron muros, se arrastraron por la tierra y con llagas de las que brotaban sangre con gusanos, se detuvieron (exhaustos pero no rendidos) frente a un ventanal gigante, y allí vieron en lo que se habían convertido, él se vió como un perro grande, color negro, de ojos rojos y patas marrones, que cuando le daba la espalda al sol, su sombra formaba en el suelo una enorme figura cancerbera. Los demás eran animales de otra especie.

Todos llegaron hasta lo que parecía ser la salida de ese laberinto de penas. Grande fue su sorpresa al ver que un abismo los esperaba, uno de los animales dijo:¡es inútil, rindámonos! Y se aventó. La voz del líder se escuchó como un pistolazo al aire: ¡nos quedaremos a pelear, y moriremos con dignidad! Generando un bramido de guerra en la manada.

Los captores con miedo fueron tras ellos y empezó una batalla infernal, a punta de gritos, aullidos, guarrazos, mordidas, la manada se defendía valerosamente. Eran sus vidas y su libertad la que estaba en juego, ya nada tenían que perder, todos ellos habían llegado y vivido en el infierno, existir se había convertido en un martirio.

Se habían cansado de rogar a la vida por un poco de paz, petición que nunca se escuchó. Heridos por la feroz resistencia de los animales, los captores tuvieron que doblegar esfuerzos y usar una gran carga de energía láser, al verlos que iban cediendo de a pocos, les inyectaron sus jeringas, y finalmente se los llevaron en medio de la resignación de una manada ya soñolienta.

Cuando despertó, se encontraba en un cuarto (que le traía recuerdos) uno de bata blanca le preguntó: ¿Cómo se siente? No supo qué contestar “ya hablará, todavía está bajo los efectos del sedante”, dijo el viejo médico, con la seguridad que le da la experiencia en estos casos.

Desde su cama con una débil voz pidió a la enfermera que le alcance un pequeño espejo, al verse en el, vio un hombre con la cara triste, la mirada sin brillo, la barba crecida y desaliñada, un reflejo de su triste alma. Fue en ese momento cuando alzó un poco el espejo sobre su cabeza y pudo ver que tras la ventana, estaba un perro negro grande de patas marrones y ojos diabólicos, el feroz canino con babas de rabia, le ladró con furia: “¡No te vas a escapar de mi, nunca!”, fue lo que el paciente escuchó.

El gran perro negro se volteó en busca de una nueva presa y se perdió entre la maleza del lúgubre jardín. La almohada del enfermo se empezó a llenar de lágrimas.


Sesión #4 del Taller Delfos de Escritura Creativa


El pasado 30 de abril 2023 se realizó la cuarta sesión del Taller Delfos de Escritura Creativa. Muchísimas gracias a los participantes de esta sesión. En esta ocasión leímos los siguientes textos:

La mirada del escorpión autora: Geraldine

Un nuevo día autor: Severo Tlachi

Un buen día autora: Julieta Zárate

Tesoros autora: Dilsa Pavón

La próxima sesión será domingo 28 de mayo de 18:00 a 21:00 horario de la CDMX

Ejercicio 4: escribe la monografía de un ser fantástico (lo puedes hacer tomando una ilustración de Book of all tomorrows de C. M. Kosemen o inventar uno) describe sus costumbres y comportamiento, utiliza todos los sentidos sensoriales, cómo huele, se oye o se siente, etcétera. Extensión 1 cuartilla.

Recuerda que puedes apoyar al proyecto con tu aportación solidaria en la cuenta CLABE:

012180015099424325 BBVA a nombre de Miguel Ángel Almanza Hernández.