Ami

Autor: Aldo Hernández Zúñiga


Soñaba nuevamente con el rostro lleno de lágrimas de una mujer cuya identidad no podía recordar, cuando, súbitamente, desperté; sentía mucha melancolía. Me encontraba dentro de una capsula de hibernación, la cual se abrió y la mano de una persona comenzó a ahorcarme.

―¿Eres un hombre o una mujer? ―me preguntó una voz.

Apenas respiraba, así que me era casi imposible hablar.

―No lo sé ―susurré.

La persona que me estaba estrangulando era un hombre joven.

―Si no eres un hombre, eres una mujer; ¡muere, maldita basura!

Él soltó mi cuello y de su brazo izquierdo emergió una luz roja, la cual tomó la forma de una cuchilla que era tan larga como la mitad de su cuerpo.

Cerré los ojos, pensando que moriría; no obstante, nada ocurrió. Cuando miré, el joven estaba inconsciente en el suelo. Escuché los pasos de alguien que se acercaba hacia donde me encontraba.

―¿Quién eres? ―me preguntó una mujer joven que sostenía una extraña pistola.

―No lo sé.

―¿Eres hombre o mujer?

―No lo sé.

La joven me miraba totalmente confundida.

―¿Cómo te llamas?

―Lo siento. No puedo recordar nada acerca de mí. ¿Vas a matarme?

―No. Ya no soy la que era antes.

―¿Por qué él quería asesinarme?

―¿Así que en serio no sabes nada? Los últimos 50 años, este mundo ha sido azotado por una guerra cruel y sin sentido. Hombres y mujeres se matan entre sí por el simple hecho de ser física y biológicamente distintos.

―Entiendo. Esas son terribles noticias.

La joven me mostró un objeto pequeño: era del tamaño de su dedo pulgar; tenía forma cuadrada y era de color negro.

―Esto es la causa del odio que existe entre hombres y mujeres. Todos tienen uno implantado en el pecho, cerca del corazón. Hace unas horas, este chico me atacó con su cuchilla de luz. Afortunadamente, no me hirió, pero sí dañó mi implante. Fue así como lo pude remover de mi cuerpo. Entonces me di cuenta de que esta cosa era lo que me hacía odiar y matar a los hombres; estoy convencida de que a ellos les pasa lo mismo. ¿Tú tienes uno implantado en tu pecho?

Toqué mi pecho a la altura del corazón y no encontré algo como lo que aquella chica me había mostrado

―No ―respondí.

―Quisiera quitarle el suyo a él, pero no me atrevo, ya que es peligroso y puedo herirlo gravemente. Tal vez si exploramos más este lugar, encontremos algún indicio de qué son realmente estos implantes. Puede ser que halle alguna forma segura de extirpárselo sin matarlo. También deseo saber más de ti. ¿Tú no quieres averiguar quién eres y por qué estás aquí?

A pesar de que acababa de conocer a aquella joven, sentí que quería acompañarla. A cada momento que intentaba recordar algo de mi pasado, sentía un fuerte dolor en mi cabeza. Necesitaba conocer la verdad acerca de mí.

―De acuerdo. Busquemos a ver qué encontramos ―respondí

―Bien ―dijo Rebecca.

―¿Vas a dejarlo solo aquí? ―pregunté.

―No te preocupes. Le disparé con una pistola aturdidora, así que no despertará hasta dentro de unas siete horas.

Salí de la cápsula de hibernación y la seguí. La chica se llamaba Rebecca, comenzamos a explorar el lugar. Concluimos que nos encontrábamos en un laboratorio abandonado, aunque no podíamos saber con exactitud qué tipo de experimentos se habían llevado a cabo en él.

Subimos a un segundo piso y encontramos varias computadoras, pero solo una funcionaba. Rebecca la examinó y encontró la carpeta Proyecto Ami que contenía videos de bitácoras de un científico llamado Daniel que hablaba acerca de un extraño proyecto de investigación; su rostro me resultaba muy familiar.

Únicamente pudimos reproducir un video y así supimos que en donde nos encontrábamos se habían llevado a cabo experimentos con una forma de vida extraterrestre que había llegado a la Tierra hace 50 años. Aquel extraterrestre asesinó a la mayoría de los miembros del equipo de investigación.

Los únicos que sobrevivieron fueron Daniel y su hermana Ashley, pero, de alguna forma, la criatura, antes de morir, logró embarazar a la hermana de Daniel. Ella dio a luz a gemelos.

Los gemelos eran similares a cualquier bebé humano, pero tenían la peculiaridad de carecer de genitales masculinos o femeninos. Al cabo de unos meses, ambos bebés crecieron hasta tener el tamaño de un adulto. Uno de los gemelos se había empezado a transformar en algo no humano y de su cuerpo habían salido unos tentáculos de apariencia robótica.

Daniel y Ashley lograron encerrar a ese gemelo, pero, antes de hacerlo, uno de sus tentáculos les implantó un artefacto en el pecho como el que Rebecca me había mostrado. Después de tener el implante, él y su hermana comenzaron a odiarse mutuamente, al grado de intentar matarse entre sí.

El otro gemelo trató de detenerlos y en la lucha fue capaz de remover los implantes de Daniel y Ashley con solo tocar aquellos dispositivos; pero no fue suficiente, pues, cuando lo logró, Daniel ya había asesinado a su hermana.

Al final del video, Daniel explicaba el plan que tenía para acabar con el gemelo que había mutado: primero, resguardaría al otro gemelo, a quien llamó Ami, dentro de una cápsula de hibernación especial que tenía la capacidad de volar; luego activaría el sistema de autodestrucción del laboratorio, y, finalmente, escaparía junto con Ami dentro de la cápsula voladora. Después de ver el video, mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

A pesar de que no podía recordar lo que había sucedido, entendí que Ashley era mi madre y que yo era el gemelo que había logrado remover los implantes de ella y de Daniel. Rebecca me miraba sorprendida sin decir nada. De pronto, escuchamos un grito agudo proveniente del piso inferior. Bajamos rápidamente y encontramos a un hombre viejo que vestía una bata de laboratorio, y que sostenía un pequeño dispositivo que, al tocarlo con su dedo pulgar, el chico que Rebecca había noqueado gritaba de dolor. Cuando él hombre viejo me vio, me habló.

―Ami, despertaste justo a tiempo. Sé que, después de pasar tantos años dentro de esa capsula de hibernación, padeces de una severa amnesia; necesito que vengas conmigo. Es indispensable que tú y él den el siguiente paso en su evolución.

―¡Tú eres Daniel! ―gritó Rebecca.

―Tú también vendrás con nosotros ―le dijo Daniel a Rebecca.

Del pecho de Daniel, salió un tentáculo de apariencia robótica y trató de someter a Rebecca. No obstante, del brazo izquierdo de Rebecca, emergió una cuchilla de luz similar a la del joven que había tratado de asesinarme; la única diferencia es que la luz que irradiaba era de color azul. Con esa cuchilla, Rebecca cortó el tentáculo de Daniel. Al mismo tiempo, el chico, que estaba tumbado en el suelo, disparó con una pistola aturdidora a Daniel, quien cayó desmayado.

Rebecca me pidió que nos acercáramos al chico para que yo pudiera remover su implante. Él seguía tumbado en el suelo, casi inconsciente, así que pude remover fácilmente su implante. Después de eso, él despertó y nos miró muy confundido.

―¿Por qué siento tanta culpa y tanto remordimiento? No entiendo por qué no puedo dejar de pensar en todas las mujeres que he asesinado. ¿Por qué ya no siento deseos de matarte? ― exclamó el joven con los ojos llenos de lágrimas.

―La causa de tu odio hacia las mujeres se debía al implante que tenías en tu pecho y que Ami acaba de retirarte. Dime, ¿cómo te llamas?

―Iván.

Rebecca le contó a Iván todo lo que sabía sobre aquel lugar, sobre el origen de los implantes y sobre mí. Al principio, pareció no creerle, pero poco a poco se fue calmando y aceptó lo que ella le decía.

―Lo que no entiendo todavía es quien mandó la señal de auxilio. ¿Tu escuadrón también vino aquí por esa razón? ― preguntó Iván.

Rebecca asintió con la cabeza.

―Seguramente fue una señal de auxilio falsa. Es un milagro que tú y yo hayamos sobrevivido después de que nuestros escuadrones se enfrentaran, Rebecca.

―Hagamos que la muerte de nuestros compañeros no haya sido en vano. Es lo menos que podemos hacer después de todos los actos atroces que hemos cometido. Ami, hay que quitarle los implantes a Daniel. Seguramente, él podrá decirnos quién envió esa señal de auxilio ― dijo Rebecca.

Nos acercamos a Daniel cautelosamente y descubrimos que tenía varios implantes en su pecho. Después de que se los retiré, Daniel despertó y me abrazó mientras se deshacía en llanto. Posteriormente, cuando pudo controlar mejor sus emociones, nos dijo todo lo que sabía. Mi gemelo se había estado alimentado del odio que existía entre los hombres y mujeres, y eso lo había hecho crecer hasta adoptar una forma monstruosamente inhumana. Los implantes captaban el odio de las personas y lo transformaban en una frecuencia; esto le permitía alimentarse a la distancia del odio de las personas.

―Cuando iba a activar el sistema de autodestrucción, esa cosa logró atraparme con uno de sus enormes tentáculos. Parece que uso el sistema de ventilación para llegar a mí. Después de que me injertó los implantes, tuvo control total sobre mi voluntad. Me obligó a ayudarlo a fabricar nanobots que esparcimos por la atmosfera del planeta. Esos nanobots tenían la capacidad de entrar por el aparato respiratorio de las personas y su objetivo era fusionarse dentro del cuerpo de la gente para dar forma a los implantes.

Daniel también confesó que mi gemelo lo hizo mandar una señal de auxilio para atraer personas. Esto debido a que necesitaba de una mujer para procrear.

― Ami, tu gemelo busca volverse uno contigo porque tú tienes una parte dentro de ti que le falta a él para estar completo. Con esto, pretende asegurar que, de la semilla que siembre en una mujer, nazca solamente un bebé y no dos. Si logra esta nueva hibridación, ese nuevo descendiente será una forma tan avanzada de su especie que podrá alimentarse del odio y las emociones negativas de los seres de este mundo y de otros sin necesidad de viajar a ellos y sin necesidad de los implantes. Debemos de acabar con él. Si lo hacemos, todos los implantes en el mundo se desactivarán y la guerra terminará.

―¿Cómo matamos a ese monstruo? ―preguntó Iván.

―Tenemos que hacer que él crea que ganó y que atrape a Ami. En el momento en que intente volverse uno con Ami, es cuando debemos matarlo. Ami, sé que la humanidad no te ha dado nada, pero ahora tú eres nuestra única esperanza.

―Cuando desperté, no tenía ningún propósito; ahora tengo uno. El poder ayudarlos me hace sentir que pertenezco a la humanidad y no a la especie de mi gemelo. Los ayudaré ―dije.

Los cuatro trazamos un plan para acabar con mi gemelo. Posteriormente, Daniel nos guio hacia el lugar en donde este se encontraba. Cuando llegamos al sitio, Rebecca e Iván se quedaron paralizados del horror ante lo que vieron. De las paredes del lugar salían unas enormes bandas transportadoras en las que iban bebés recién nacidos. Todos los infantes se dirigían hacia un solo punto en donde había un ojo rojizo gigante parecido al de una persona. El cuerpo del ojo estaba cubierto con una especie de piel metálica oscura y de ella salían cientos de enormes tentáculos de apariencia robótica que succionaban a los bebes por medio de algo que parecía una boca.

―¿De dónde vienen esos bebés? ¿Por qué los devora? ―gritó Rebecca.

―Le gusta el sabor de su carne, aunque eso no lo nutra. Son los varones nacidos en ciudades de mujeres y las niñas nacidas en ciudades de hombres. Estos bebés fueron desechados por haber nacido con el sexo biológico incorrecto en la ciudad incorrecta ―respondió Daniel.

―Nosotros hicimos esto ―dijo entre lágrimas Rebecca.

Iván había vomitado y estaba hincado en el suelo sin moverse.

Yo no entendía las palabras de Rebecca hasta que Daniel me dijo que, en las ciudades humanas, había esclavos que eran hombres y mujeres cuya única función era procrear. Si los bebés nacían con el sexo opuesto al sexo dominante de la urbe, eran arrojados a basureros. Al parecer, Iván y Rebecca habían desechado a varios infantes. Mientras Daniel trataba de recuperar a Iván y Rebecca, que seguían muy afectados, varios tentáculos enormes me sujetaron y me llevaron cerca del ojo gigante que en ese momento tomó una tonalidad verde.

En ese instante, pude recordar todo lo que había vivido antes de entrar en la cápsula de hibernación. Recordé el rostro en llanto de mi madre antes de morir, diciéndome que me amaba. Al mismo tiempo, fui testigo de la batalla que se llevó a cabo bajo mis pies. Daniel le disparó al ojo gigante con la pistola aturdidora, por lo que este se cerró; Rebecca trató de dispararle a la criatura con el lanzagranadas que llevaba, pero un tentáculo le injertó un implante en su pecho, por lo que atravesó el abdomen de Daniel con su cuchilla de luz. Iván logró detener a Rebecca, pero tuvo que atravesar su pecho con su cuchilla de luz justo donde ella tenía el implante. Después, ambos se abrazaron y se impulsaron con sus botas antigravedad hacia donde nos encontrábamos mi gemelo y yo. Iván cortó los tentáculos que me sujetaban por lo que caí. Cuando el gran ojo se iba abriendo de nuevo, Rebecca le disparó con el lanzagranadas. Antes de que las granadas explotaran, muchos tentáculos atravesaron a Rebecca e Iván. Mientras caía, alcancé a escuchar lo que ambos se decían.

―Es lo que merecíamos ―dijo Rebecca.

―Por lo menos moriré en los brazos de una hermosa chica.

―Eres un idiota.

Las granadas estallaron y todo el cuerpo de la horrible criatura se quemó. Iván y Rebecca ya estaban muertos cuando sus cuerpos ardieron también. Después de que caí al suelo, me acerqué a donde Daniel se encontraba.

―Ami, me alegro de verte con vida. Espero que puedas encontrar un lugar en este mundo que resurge de las cenizas.

―Gracias a Iván, a Rebecca y a ti, yo tuve un propósito. Ahora no sé qué otro pueda tener ― respondí.

―Busca y descubre tu propósito…Eso hacemos las personas.

―Gracias por pensar que soy una persona.

―Tu madre y yo siempre creímos que eras una persona muy especial.

Daniel acariciaba mi rostro cuando murió. De mis ojos brotaron lágrimas y abracé su cuerpo inerte. Todavía no sé si fue suficiente lo que hicimos para terminar con la guerra. Es probable que los hombres y mujeres continúen odiándose después de tantos años de matarse entre ellos. Tal vez mi propósito sea ayudarlos a saber la verdad de lo que pasó. Tal vez pueda ayudarlos a lograr que vuelvan a amarse unos a otros.