Autor: Miguel López González
5 de abril de 20XX
Fue un día tranquilo en el laboratorio, trabajé con muestras de agua del lago Brandt. Estas muestras revelaron un alto índice de contaminantes de origen industrial, por lo que redacté un informe detallado para la comisión de aguas. Después de limpiar todo el instrumental, decidí relajarme viendo una película.
Otro acontecimiento destacado del día fue la recepción de un informe en el que anunciaba la llegada de nuevas muestras de tierra para su análisis, provenientes de la Antártida. Es algo realmente fascinante. Debido al creciente impacto del calentamiento global, algunas áreas del casquete polar se han ido adelgazando, lo que ha facilitado la labor de las excavadoras para extraer muestras de tierra y fósiles.
6 de abril de 20XX
Ayer fue una jornada agotadora, especialmente porque recibimos a un nuevo pasante en el laboratorio y me encargué de capacitarlo. El joven se llama Eric, es recién egresado y resulta ser el sobrino del Dr. Huber. Aparentemente estaba un poco nervioso, pero eso es comprensible para cualquier persona en su primer día de trabajo en el laboratorio.
Sin embargo, Eric no llegó solo. Durante el transcurso del día, recibimos un paquete con las muestras provenientes de la Antártida. El paquete contenía tres bolsas de medio kilogramo cada una. Lamentablemente, ya era casi la hora de salida, por lo que solo pudimos etiquetar y almacenar las muestras para comenzar nuestro trabajo de análisis mañana.
7 de abril de 20XX
Fue un día sumamente productivo, ya que las muestras resultaron ser aún más valiosas de lo que esperábamos. Tan pronto como las tomé, llamé a Eric para que ayudara en su procesamiento. Aunque los sedimentos y minerales eran excepcionales, algo aún más extraordinario capturó nuestra atención de manera sorprendente. En una de las bolsas, encontramos pequeños gusanos que carecían de cualquier similitud con las especies conocidas hasta ahora. Es muy probable que se trate de ejemplares provenientes de épocas pasadas, aunque hasta el momento no hemos logrado determinar su origen exacto.
Ante este descubrimiento, hemos contactado a otros biólogos, quienes vendrán para colaborar en la tarea de ubicar a estos gusanos en su contexto temporal. Estamos emocionados por la posibilidad de descubrir la época a la que pertenecen y qué información valiosa pueden brindarnos sobre la historia antigua.
Procederé a describirlos:
Los gusanos que hemos descubierto son de tamaño diminuto, con una longitud máxima de apenas un centímetro. Su color varía ligeramente de un individuo a otro, oscilando entre tonos de gris, café y sepia. En sus cuerpos se aprecian sutiles marcas de separación, aunque en los especímenes más pequeños resulta difícil distinguirlas a simple vista.
Por el momento, desconocemos cuál es su dieta específica, pero hemos dejado a su disposición un poco de pasto de trigo, media manzana y un trozo de carne que Eric colocó en caso de que sean carnívoros. Los hemos alojado en una incubadora a temperatura ambiente, ya que parecen ser menos activos en ambientes fríos. Mañana realizaremos más estudios e investigaremos cuál de los alimentos es su preferido, lo que nos ayudará a entender mejor sus necesidades nutricionales.
8 de abril de 20XX
¡Dios mío! No puedo creer lo que ha pasado hoy. Trataré de ordenar la información de manera clara:
Al llegar al laboratorio, lo primero que hicimos fue verificar el estado de los gusanos. Descubrimos que habían probado el trigo, pero lo dejaron de lado sin consumirlo por completo. Por otro lado, la manzana también fue parcialmente consumida pero no completamente. Sin embargo, lo que nos dejó totalmente asombrados fue la carne. A pesar de ser 100 gramos, no quedó ni rastro de ella. Esto confirma sin lugar a dudas que son carnívoros.
Mientras nos maravillábamos por la dieta carnívora de los gusanos, nos dimos cuenta de que la población había disminuido de veinticinco a solo diez individuos. Suponemos que los quince gusanos faltantes fueron devorados por los más grandes, lo cual nos dejó perplejos.
Lo más increíble es que los gusanos restantes han experimentado cambios drásticos en su apariencia y tamaño. Ahora miden aproximadamente diez centímetros y han adquirido una forma plana en lugar de ser cilíndricos. Además, las marcas que antes apenas eran visibles, ahora muestran una segmentación externa claramente visible. Cualquiera podría pensar que pertenecen a la familia taenia.
Estos hallazgos son realmente asombrosos y desafían nuestras expectativas iniciales. Es esencial continuar investigando y documentando estos cambios para comprender mejor la naturaleza y el comportamiento de estas criaturas.
9 de abril de 20XX
Entendí la necesidad de un espacio más amplio para los especímenes y preocupados por la posibilidad de canibalismo entre ellos, di instrucciones a Eric para que trajera recipientes y otra incubadora en caso de que los gusanos comenzaran a poner huevecillos, si es que ese era su método de reproducción. Le pedí que se dirigiera al edificio contiguo para obtener los materiales necesarios.
Mientras vigilaba la situación, noté que los gusanos empezaron a atacarse entre sí. En un intento desesperado por contenerlos, corrí a la incubadora, pero lamentablemente tropecé con una de las sillas del laboratorio. En medio de mi tambaleo, accidentalmente rompí la incubadora y algunos de los gusanos cayeron sobre mí. El impacto de la caída me dejó aturdido por un momento, lo suficiente para que uno de los ejemplares se arrastrara hasta mi nuca.
Pude sentir cómo se abría camino rápidamente a través de mi carne. Experimenté una sensación de agujas pinchando mi cabeza y de hilos enredándose en mi cerebro, nublando mi pensamiento y paralizando mi capacidad de movimiento.
Una voz misteriosa, que no puede ser definida claramente como humana, se comunicó directamente conmigo. Es difícil describir cómo resonó en mi interior, pero puedo afirmar que vibró en lo más profundo de mi ser. La voz solo pronunció una palabra: «Observa». En ese instante, imágenes comienzan a surgir en mi mente de forma aleatoria, como si las estuviera viendo con mis propios ojos.
Estas imágenes representaban a criaturas de otros planetas, con formas y tamaños diversos. Vi civilizaciones pobladas por estas criaturas, mientras en otras escenas se presentaron otros animales salvajes completamente extraños a nuestro mundo. Todo ocurrió tan rápido que apenas tuve tiempo de asimilar un escenario antes de ser sumergido en otro.
De repente, la voz se identificó: «Somos los Miogon», declaró. Comenzó a narrar cómo su especie había colonizado todos los mundos que había presenciando en mi mente. Cada una de las especies obtuvo beneficios de aquella simbiosis y cuando llegaron a nuestro planeta, quedaron atrapados durante la era del hielo.
El conocimiento y la tecnología que los Miogon podrían compartir con la humanidad era una gran tentación para entregarme a la simbiosis con el gusano. Pude sentir cómo mi voluntad se debilitaba frente a las maravillas que se presentaban ante mí. Sin embargo, justo en el momento en que estaba a punto de ceder completamente, todo desapareció, dejándome en la oscuridad y el silencio más profundos.
Eric dice que me vio tirado en el suelo, convulsionando. Narró que sus ojos se posaron en la cola del gusano que aún se encontraba en mi nuca, y sin dudarlo, dio un fuerte tirón para arrancarlo. Estoy eternamente agradecido con él por su valiente acto. Entre balbuceos y quejidos, logré pedirle a Eric que tomara con cuidado a los Miogon y los encerrara en los recipientes de plástico que había traído.
Una vez más tranquilo y con la herida de mi nuca tratada, le expliqué a Eric todo lo que había presenciado. Le conté sobre los otros mundos, las civilizaciones avanzadas y cómo estuve a punto de perderme en la grandeza de todo lo que los Miogon representaban. Se convocó una reunión en los laboratorios para discutir lo sucedido. Era evidente que la verdad no podía ser revelada al público, pero tampoco podíamos permitir que los especímenes fueran destruidos. Me sometieron a diversos exámenes médicos, incluyendo una tomografía craneal, que no reveló rastros del gusano, pero sí mostró la marca que había dejado en mi cerebro.
Esta noche me encuentro en mi laboratorio bajo observación. Se planea esperar la llegada de los biólogos que vendrán para estudiar a los Miogon. Ahora intentaré descansar y espero no ver en mis sueños los remanentes de las imágenes que tanto me fascinaron.
5 de abril de 20XX
La reunión resultó ser un completo fracaso. Tres investigadores llegaron al laboratorio y les narramos todo lo sucedido: mis visiones, el propósito de los Miogon y el acuerdo que nos habían propuesto. Sin embargo, en lugar de tomarlo en serio, su respuesta fue de risas, burlas e insultos.
Mi estado emocional se encontraba en una fragilidad extrema y la desesperación me consumía. En un acto de impulso, tomé el contenedor y lo arrojé sobre la mesa donde se encontraban aquellos individuos necios e insufribles. Aquellos que no fueron alcanzados por los Miogon quedaron petrificados mientras observaban cómo los otros convulsionaban.
Junto a Eric y el Dr. Huber, esperamos unos segundos y luego comenzamos a arrancar los gusanos de los orificios que habían creado en los cuellos y cabezas de aquellos desafortunados individuos. Lamentablemente, no pudimos retirar a todos a tiempo.
Dos de los científicos sucumbieron ante la influencia de los parásitos, y presenciamos cómo su apariencia física comenzó a transformarse. El cabello de uno de ellos cayó en mechones rubios y finos, esparcidos por el suelo como hilos de oro. La piel de ambos perdió su color natural para adoptar un enfermizo tono grisáceo, reminiscente de los gusanos que los habían poseído. Su masa corporal disminuyó rápidamente, como si el proceso los hubiera consumido por completo.
Nos encontrábamos frente a dos nuevas entidades, alejadas de los seres humanos que una vez fueron. Los presentes quedamos perplejos al ver cómo se levantaban lentamente, adoptando una postura que irradiaba un orgullo supremo. «Regocijaos», declararon con solemnidad. «Estas dos personas ahora son una con nosotros. Han elegido avanzar hacia las estrellas con nosotros. Pronto buscaremos a más de nuestros hermanos y guiaremos a la humanidad hacia su glorioso futuro».
Nadie pudo hacer nada; todos estábamos paralizados por el miedo mientras aquellos dos retorcidos mesías abandonaban la habitación corriendo. Solo pude dirigirme a Eric y susurrarle la pregunta que resonaba en mi mente: «¿Será esta una nueva era para la humanidad o simplemente nos convertiremos en meros vehículos para los Miogon y su expansión por el universo?»